miércoles, 28 de noviembre de 2012


CRÓNICA DE UNA REVOLUCIÓN


Dina Abdallah tiene 19 años, un agujero de bala en el vientre y una revolución en el corazón. Me la presentaron en una calle muy cercana a la plaza Tahiri. Hacía un receso tomando un té, tras el largo día de lucha y manifestaciones que estábamos viviendo."Es una de las grandes líderes de la revolución" me dice mi amigo Mohamed a modo de presentación. Aquí no tienen complejo por usar determinadas palabras. No ha llegado lo de "políticamente correcto". A mí me presenta como un revolucionario español. Lo que ilumina un poco más su sonrisa. Aprovecho la traducción de Mohamed, que habla español, para superar los límites del inglés."Falta que se sume más gente a la revolución y sobre todo más mujeres," nos dice. Su mirada es amable e intensa. Trasmite mucha seguridad y transparencia: es la mirada de quienes viven como creen que deben vivir.

Para ellos la revolución continua, aunque para el elegido presidente Morsi la revolución terminara con su elección. Los Hermanos musulmanes, el partido del presidente, quieren imponer un estado islamista. Nada más lejos de los sueños revolucionarios de libertad y justicia. "El presidente quiere ser un nuevo faraón" declaraba un líder de la oposición. Existe una gran tensión social entre islamistas y "laicos" (los laicos son también musulmanes, pero no islamistas). Esta tensión se ha expresado varias veces a pedradas entre ambos grupos. Ayer se quemaron varias sedes de los Hermanos musulmanes. Aquí el fuego es un arma revolucionaria muy utilizada. Hace unos días desapareció entre las llamas la oficina de la cadena de televisión Al Jazeera. La acusaban de islamista y contrarrevolucionaria. Los cócteles molotov han llovido estos días en las calles aledañas a Tahiri. "¿Por qué no usan en España los molotov?" me pregunta Mohamed. Le hablo sobre la posición no violenta del movimiento 15M. "Ya, ya, nosotros también somos pacifistas, pero los molotov son para defendernos".

La familia de Dina reprueba su lucha. La mujer musulmana está para ser una buena madre y atender bien su casa. Los islamistas pregonan que las mujeres revolucionarias son como putas. En Tahiri siguen los cánticos y los lemas de la revolución: "El pueblo quiere la caída del régimen", siguen coreando los manifestantes desde la época de Mubarack.

Hay cientos de puestos ambulantes de comida, vendedores de pañuelos palestinos y máscaras de Anonymous. Tampoco faltan los vendedores de mascarilla para los gases de la policía. Unas decenas de jaimas van ocupando las rotondas. En la calle que lleva al parlamento sigue el interminable intercambio de piedras y gases lacrimógenos. Las moto-ambulancias sacan a los heridos "del frente" y los trasladan a un puesto de primeros auxilios instalado en una acera. Intentan por todos los medios no ir al hospital. La policía tiene allí delatores pagados que les avisan cuando ingresa algún herido en la refriegas. Los sacan de las camas y los meten en la cárcel. "No  tengo miedo a morir. Quiero un futuro para mis hijos y para mi pais", me dice Dina. Ni su maltrecho intestino, ni las humillaciones y maltratos que ha sufrido en sus numerosas estancias en la cárcel, han quitado un ápice de luz y determinación a su mirada revolucionaria."Personas como tú son las que escriben la historia" le digo con admiración a modo de despedida.

Edu Cáceres (heroeantiguo@gmail.com)  El Cairo 24 de noviembre de 2012
Pueden encontrar a Dina en facebook: DINATHWRA. 


Plaza Tahiri. Noviembre 2012.

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